Teoria y clinica de las patologias generadas por el desamparo
Autor: Dr. José Cukier  | Publicado:  16/05/2012 | Otras Especialidades , Medicina Preventiva y Salud Publica , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Articulos | |
Teoria y clinica de las patologias generadas por el desamparo .7

El horizonte del nativo, sumido en la adicción, está poblado de poderosos y calculadores, que lo suprimieron de su memoria. Un olvidado que anhela una identificación, y en el que la adicción como recurso tóxico, contiene el resto del melón anhelado y a la vez, la supresión vengativa del deseo identificatorio.

La vida del aborigen carece de encanto, porque deriva de la falta de significado anímico que le debe el blanco. Encanto y alegría de vivir se hace encarnadura con significatividad; ambos invisten el mundo exterior. Pero despojado de ambos, se vuelve caótico, no hay proyectos, sólo magnitud pulsional que amenaza con catástrofes, proyectadas en el porvenir. Se produce una secuencia de euforia narcisista tóxica por la droga, dolor orgánico que permite la conexión con el mundo sensible; aturdimiento tóxico y entrega a la muerte por falta de amor, se constituyen con estallidos de afecto. A la vez obstinación por morir y no morir, perpetuando el dolor como recurso para mantener el vínculo con el mundo sensible. Pero la esperanza de que alguien fije su mirada a este acto, se pierde en la indiferencia. No hay quien le de significatividad y lo inscriba en su memoria.
El llamado, no concluye en la introyección de una huella mnémica, sino en una supresión de todo recuerdo. La víctima queda paralizada ante la mirada más poderosa del amo que se aproxima no para percibirlo, sino para devorarlo. El hambre y la droga, a pesar de que lo matan, le producen dolor, y con ello la existencia del mundo sensible, y la posibilidad de ser recordado. Cuando esta alternativa queda suprimida, no queda esperanza, sólo la alucinación como milagro que le proporciona la tabla de salvación identificatoria. Medida extrema, y vana, para preservar la existencia.

Conclusiones, ideas y problemas de 1492. Aperturas e interrogantes para pensar en 2009.

a) El Inca, con su lógica entre totémica y mítica, sufre una regresión anal primaria ante el infortunio. Se evidencia por el desplazamiento motriz (es mandado de un lado a otro) y por la paranoia. El pensamiento totémico implica una identificación hombre- animal (eran vistos como bestias iletradas). El relato, muestra un hombre inculto, pero los líderes políticos e intelectuales fueron ejecutados. Y con ello, los iniciadores capaces de conducir la posibilidad de desarrollo.

b) El español, como iniciador esperado, aunque corrupto, incluye el concepto de "lo nuevo". Esto es, la capacidad psíquica de una intelección que antes no tenía. Está generada por el incesante pujar pulsional. La función anímica genera contradicciones y diferencias, y luego las proyecta y capta en el mundo sensible. La creación de "lo nuevo", frente a lo ya dado, genera cada vez que muestra su eficacia, un desgarrón, una catástrofe, a la manera que describe Freud, (1932a).Es que los dioses, que son los procesos pulsionales, quedan postergados porque sólo así puede accederse a una conquista anímica y cultural. Y luego regresan, como catástrofe anunciada. Los afectos pueden ser lo nuevo ante la pulsión, luego la sensorialidad lo es respecto de los afectos; las huellas mnémicas en relación a las percepciones y los pensamientos respecto a las representaciones. Finalmente, lo nuevo es proyectado y hecho venir desde la instancia paterna. Este pensar, es capital en el desarrollo de la cultura, y da tramitación anímica a los procesos pulsionales. Esto nuevo, puede sufrir los siguientes viscicitudes:

1. Ser aceptado, como una complejización inevitable que tiene que ver con el ser, y conquistado para asimilarse al Yo, como hizo el Inca Garcilaso.
2. Puede ser rechazado, desestimado. Pero no por ello lo nuevo deja de producirse. Queda fuera del Yo, exiliado, y no se accede a lógicas más complejas. El ser, entonces, tiene una falla en su identificación primaria y con ello queda fracturado; el narcicismo se desmorona ¿sucederá algo semejante en el ser nacional indígena, no integrado, que rechaza con violencia supresora al blanco, mensajero de lo nuevo? El aborigen desestima al blanco y éste al aborigen, cada uno con violencia expulsa al otro. La salida, sería aceptar al iniciador, al blanco con su pensamiento, dejarse fecundar por su marca que complejiza las propias estructuras.

c) En la narración, el Inca Garcilaso marca una oposición entre el número y la letra. Decía antes, que las letras confieren un nombre, y con él, la posibilidad de acceder mediante la identificación, a la condición de sujeto. El número interfiere esta posibilidad. Y el nativo es un número. El blanco es un especulador (piensa en números, saca ganancias y extrae diferencias a costa del aborigen), un aventurero que vino a "hacerse solo", una "posición", un desmentidor de su padre. Es su propio padre; Yo y padre se condensan. Pero, ¿no es el español también un número para sus semejantes cultos? ¿Un bárbaro iletrado despojado de su riqueza material e intelectual; y que encuentra en el aborigen a su doble? ¿Un desmentidor del juicio de autobservación, que afirma que ciertos actos le son nocivos pese a su carácter placentero? ¿Un adicto al dinero, un adicto al nativo que es su droga, porque lo calma? Nativo- droga que con su trabajo, aplaca la voracidad blanca.

Los melones del cuento, mestizos de simiente española y tierra americana ¿no representarían al gran mestizaje que se dio en América, dónde vienen y se transforman las adquisiciones culturales de la humanidad?
Pero el conquistador necesita desmentir su propia enfermedad, su propia adicción, para mantenerse en lugar de ideal, en un goce autoerótico. Está sostenido por el aborigen en posición de auxiliar; de doble (enfermo, drogadicto, un mero número). Doble que puede volver desde lo siniestro, como droga y enfermedad, como violencia y corrupción hacia los países "civilizados". Aquello que durante la conquista, fue sepultado como iletrado, vuelve. Vuelve como furia que unifica y marca. Hay una violencia que forma parte del cambio, que no se puede ahorrar,..no diría inevitable porque sería comulgar con los doctrinarios violentos que nos guiaron al fracaso...pero hay una violencia."La doctrina según la cual la mente humana es en un principio maleable y no estructurada [...] se ha asociado a menudo a un pensamiento políticamente progresista e incluso revolucionario, mientras que las especulaciones relativas al instinto humano poseen a menudo un resabio conservador y pesimista.

Puede verse fácilmente porque los reformistas y los revolucionarios se convierten gustosamente en ambientalistas radicales [...]. Sin embargo, un análisis más preciso muestra que el concepto de organismo vacío, maleable y no estructurado - al margen del hecho de ser erróneo- sirve también de soporte natural a las doctrinas sociales más reaccionarias. Si las personas son efectivamente plásticas y maleables, sin naturaleza psicológica propia ¿por qué no se las controla y se las somete a aquellos que se jactan de una autoridad, de un saber especializado y de una intuición irremplazable, necesarios para quienes carecen de dichas cualidades? [...] (Chomsky)- Piatelli - Palmarini, (1979).

LA DESOCUPACIÓN- una endemia social-

a) Los procesos de precarización de la vida cotidiana aparecen por las nuevas formas de pobreza, que difícilmente pueden ser contenidas por el tejido social o la estructura familiar. El individuo que se siente marginado del mundo del trabajo se halla extraño, distinto, discriminado, atrapado en un círculo vicioso de retracción: enfrentarse a la eventualidad de un rechazo que incrementa la frustración y que a su vez disminuye la autoestima. Estas personas frecuentemente ocultan su nueva condición, porque sienten vergüenza social. Esta realidad hace que la desocupación y la precarización se conviertan no sólo en fenómenos masivos, sino también en procesos que se instalan definitivamente, como las endemias.

Tal como ocurre con ciertas enfermedades infecciosas, cuando la desocupación viene para quedarse genera la ruptura del vínculo social y los individuos que la padecen forman una verdadera "subespecie humana" estigmatizada y sin contención social, vulnerables, con alto riesgo de perder la salud. Al hablar de tejido social, se quiere expresar que es una trama dinámica y vital compuesta por elementos más simples y más reducidos: instituciones, familias, individuos. Como sucede en los tejidos biológicos, donde las células enfermas terminan afectando al órgano correspondiente y esto puede comprometer la salud del organismo, en la trama social se desencadena un proceso similar: el hombre que no responde a las exigencias del sistema económico globalizado, impedido de producir, se convierte en un desocupado, que no puede integrarse al nuevo tejido social, por lo que sucumbe, por carecer del nutriente social primario, que, en un país de excluidos, es el trabajo. Cuando el fenómeno de la desocupación excluye a grandes grupos de individuos, muchos de ellos se hallan sin vínculos y, como ocurre con los tejidos biológicos, cuando la exclusión abarca a más de la mitad de los individuos de un país esa sociedad enferma gravemente, con gran deterioro del sistema social: cambio de códigos de convivencia, desde la pérdida de valores éticos y morales de los que ejercen el poder económico, muchos de ellos convertidos en ladrones de guante blanco, hasta el drama de la mendicidad callejera y los que roban para comer, verdadero peaje de la pobreza.

Las dos pobrezas. Sólo por el hecho de haber nacido en el seno de una familia con pobreza estructural, los individuos crecen en una cultura de pobreza, caracterizada por la ausencia de niñez, hondos sentimientos de marginación, desvalimiento, inferioridad o dependencia, baja autoestima, sentido de resignación y fatalismo. Viven el presente en función de su ambiente inmediato y carecen del conocimiento que les permita tomar conciencia de sus problemas y de sus iguales en el conjunto social (no tienen conciencia de clase). Son enfermos sociales congénitos, y desde su primera infancia serán vulnerables al daño que producen las calamidades sociales (hambre, abandono, analfabetismo, violencia familiar, etcétera) que acechan a su alrededor. Este grupo nunca tendrá oportunidad de formar parte del tejido social productivo y muchos de ellos sufrirán de una muerte precoz, previsible y por lo tanto prevenible.

En el país, el número de las personas que componen el lumpen de pobres estructurales, con necesidades básicas insatisfechas, aumentó geométricamente en los últimos dos años, con un 50 por ciento de ellos viviendo por debajo de la línea de pobreza. Según el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la desnutrición infantil total en la Argentina llegó al 20 por ciento en 2002. Asimismo, la tasa de mortalidad infantil alcanzó el 18,4 por mil, pero en algunas provincias pobres supera el 25 por mil. En cambio, aquellas personas, antes saludables, integrantes de la clase media, pero hoy desocupadas, acuden a los consultorios médicos demandando atención por "síntomas psicofísicos inespecíficos", acompañados por estrés, desesperanza y escepticismo, cuyo sustrato lo constituye una historia reciente de exclusión. Esta es la expresión psicosomática de la enfermedad social, que algunas veces, puede anunciar un deceso precoz. El "estrés colectivo" y el aumento de la desigualdad social, que genera nuevos pobres, reducen marcadamente la esperanza de vida.


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