Influencia del ejercicio físico-terapeutico sobre la depresion del Anciano Mayor
Autor: Lic. Michel Caballero Pernas | Publicado:  11/02/2010 | Rehabilitacion y Fisioterapia , Psicologia , Psiquiatria , Geriatria y Gerontologia | |
Influencia del ejercicio físico-terapeutico sobre la depresion del Anciano Mayor .2

El envejecimiento de la población que en un inicio afectó en un mayor grado a los países más desarrollados se ha venido presentando en la actualidad en países en desarrollo y se considera persistirá y continuará, de manera que, la importancia que reviste este sector poblacional, demanda un interés mayor de parte de los profesionales de la salud. Estamos asistiendo al incremento de la longevidad del hombre en todos los países del mundo y por tanto cada día habrá una población de ancianos más numerosa; estadísticas demográficas de la ONU pronostican que el número de personas mayores de 60 años se elevó y aproximó a los mil cien millones en el año 2005 (3, 4, 5,6)

 

Se estima que el porcentaje de personas de 60 años o más en todo el mundo pasará de 10% a 22% entre el año 2000 y 2050, tiempo en que se prevé que la proporción de ancianos igualará la de niños de 0 a 14 años, por primera vez, los jóvenes y los viejos representarán la misma proporción demográfica. Se plantea que en 2030, un cuarto de los habitantes de Hong Kong tendrán más de 60 años de vida. El límite superior del envejecimiento está dado por la cantidad de años que logre vivir una persona, aceptándose para muchos autores los 80 años como el inicio de la longevidad. España es el país de Europa de más alta longevidad, esto es, mayor esperanza de vida de sus ciudadanos: los hombres 77 años y las mujeres 83 años de promedio de vida. De acuerdo con datos del último censo de población y vivienda en Cuba, residen en esta nación más de mil 800 centenarios y otras 46 mil personas que rebasan los 90 años de edad, mientras superan los 60 años un millón 772 mil cubanos (7, 8,9).

 

En Venezuela la tasa de crecimiento poblacional fue de 1,44 % en el año 2004 y la esperanza de vida se estimó en 74,1 años, siendo mayor para las mujeres con un estimado de 77,3 años respecto a los hombres con 71 años. Sin embargo el aumento de los años no conduce de por sí a padecer enfermedades; pero lleva inexorablemente a la vejez y esto ni la medicina preventiva puede evitarlo, por lo tanto la longevidad debe asumirse como un fenómeno más de la vida que hay que afrontar con optimismo. Hoy día conocemos que contrario a la creencia popular, la depresión no es una parte natural del envejecimiento aunque es frecuente en la edad mayor, afectando a más del 15% de los adultos mayores, se estima que más del 43% de los gerontes que reciben atención aguda y los que residen en hogares de ancianos o casa de reposo padecen de depresión. La detección precoz y tratamiento adecuado de la depresión en el adulto mayor tiene un efecto demostrado en la disminución de los indicadores de suicidio en estas personas (10, 11, 12, 13,14)

 

En la población anciana, la depresión con frecuencia se diagnostica mal, bien porque no se reconoce, o queda enmascarada debido a los síntomas somáticos o por el deterioro cognitivo. La depresión no tratada puede tener consecuencias dramáticas, como la institucionalización, enfermedades físicas, deterioro psicosocial o el suicidio, este último constituye la consecuencia negativa más grave de la depresión. El riesgo de suicidio aumenta con la edad, especialmente en varones. Las tasas de suicido en mujeres alcanzan un máximo hacia los 50-60 años, para disminuir más tarde. Así mismo vemos, la prevalencia de depresión es mucho mayor entre los ancianos institucionalizados. Aproximadamente, entre el 10-20% de los individuos de edad igual o superior a 60 años ingresados en camas hospitalarias sin deterioro cognitivo tienen una depresión mayor. Los síntomas de la depresión en los ancianos pueden ser diferentes de los que aparecen en adultos más jóvenes, lo que acarrea dificultades para el diagnóstico, y conduce a que un elevado porcentaje de depresiones en el anciano carezca del tratamiento apropiado (15, 16, 17).

 

El hecho de que la depresión en el anciano sea considerada erróneamente como una consecuencia natural del proceso de envejecimiento o de otras enfermedades concomitantes conduce a no emplear los tratamientos antidepresivos, que alcanzan actualmente un alto grado de eficacia, de cerca del 70%. La depresión en la tercera edad por su relevancia social y la afectación tan importante de la calidad de vida de los que la sufren, debería trascender en una sensibilidad hacia el problema en todos los niveles asistenciales y especialmente en la atención primaria, donde se produce con más frecuencia la solicitud de ayuda médica por parte de los ancianos con depresión. La mejor manera de determinar el papel de una sustancia específica en la etiología de la depresión es llevar a cabo una historia cuidadosa, a fin de constatar si existe una relación temporal entre el empleo del fármaco y la aparición de los síntomas depresivos. Igualmente se conoce que el consumo de alcohol es una causa frecuente de depresión. El hecho de que los ancianos requieren normalmente menor tiempo de sueño que las personas más jóvenes pueden confundirse con el despertar precoz propio de la depresión. De nuevo, la historia clínica es fundamental para aclarar este punto, ya que si los trastornos del sueño son posteriores a la aparición de los síntomas depresivos y es muy posible que sean secundarios a la depresión (18 ,19.20.21, 22, 23,24).

 

Las estrategias para el tratamiento de la depresión deben tener en cuenta la respuesta en episodios previos, la posible presencia de efectos adversos y las características clínicas del cuadro como elementos básicos de decisión (25,26). Usualmente se considera que las intervenciones de tipo psicológico, como la psicoterapia individual, familiar y grupal tienen un efecto sumatorio sobre las terapias somáticas y farmacológicas, que se mantienen como el tratamiento de elección para la depresión del anciano, especialmente en caso de presencia de síntomas vegetativos y sicóticos, de deterioro cognitivo o de trastornos de personalidad. El envejecimiento se acompaña de un conjunto de efectos que disminuyen la aptitud y el rendimiento físico - mental, muchos de los cuales resultan de la declinación de la actividad motora (27, 28, 29, 30,31).

 

Las investigaciones han demostrado que en condiciones de campo, la práctica sistemática del ejercicio por los adultos mayores puede aportar, de manera percibida, beneficios que van desde los vinculados a la salud y el mejoramiento de la aptitud física, hasta los vinculados con el bienestar emocional y social del practicante. Se considera que los sujetos que poseen conocimientos y creencias positivas respecto a las bondades del ejercicio, tienden a promover la actividad física dentro de su estilo de vida, pero ello no conduce necesariamente a la incorporación regular al ejercicio (32, 33, 34,35).

 

Sin dudas en la tercera edad es necesario la práctica sistemática de ejercicios físicos porque estos conducen al incremento del tono, la masa muscular y por tanto la fuerza; la mejoría de las condiciones hemodinámicas y de la mecánica ventilatoria y su eficiencia; la disminución de la tensión arterial; la prevención de la arteriosclerosis, la hiperlipidemia y la osteoporosis; la ayuda en el control de la diabetes; así como la mejoría en la flexibilidad, el equilibrio y la movilidad articular. En el aspecto socio psicológico, el ejercicio mejora el estado de ánimo, disminuye la depresión y la ansiedad, eleva el vigor, eleva la autoestima y la imagen corporal, ofrece oportunidades de distracción e interacción social y ayuda a mejorar el enfrentamiento al estrés de la vida cotidiana, disminuyendo también los niveles de depresión y por ende el riesgo suicida. También se ha encontrado que el ejercicio es benéfico para la salud mental en la tercera edad. Dawe y Curran-Smith, Blair y otros Bouchard, (36) encontraron que el ejercicio mejora la auto-estima, el autocontrol, el funcionamiento autónomo, los hábitos de sueño, las funciones intelectuales y las relaciones sociales (37,38). En una revisión de proyectos realizada por el Departamento de psicología de la Universidad Nacional de Australia, se demostró que el ejercicio es un antidepresivo, un antiestrés y mejora los estados de ánimos de las personas que participan en un programa de entrenamiento (36, 37,38, 39).

 

Durante la celebración de la Asamblea Mundial de Envejecimiento en Viena, en 1982, se aprobó el Plan de acción sobre el Envejecimiento, el cual dictó estrategias y programas internacionales con metas y objetivos específicos que permitan fortalecer la capacidad de los países de abordar de manera efectiva el envejecimiento de su población. El 14 de diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 1 de octubre Día Internacional de las Personas de Edad. En el 2002, se realizó en Madrid, España, la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento y concluyó con la adopción, por parte de los representantes de cerca de 160 países, del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento y la Declaración Política; los Gobiernos se comprometieron a emprender iniciativas en tres direcciones prioritarias: desarrollo, salud y bienestar de los adultos mayores, y creación de un entorno favorable al desarrollo de una sociedad para todas las edades (40).


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