Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Decima Parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  10/09/2009 | Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. , Neurologia , Neurocirugia | |
Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Decima Parte.2

Segunda guerra mundial.

 

e crearon condiciones para situar a los neurocirujanos más cerca del frente, lo que a la vez demostró el valor del trabajo neuroquirúrgico por equipos. En Rusia, antigua URSS se ubicaron, junto al oftalmólogo, otorrinolaringólogo y cirujano maxilofacial.

 

El sistema de evacuación de los heridos fue superior. Los le­sionados llegaban más rápido al centro especializado.

 

Se contó con buena disponibilidad de sangre, para lograr una adecuada reanimación cardiocirculatoria antes de la operación.

 

Se comprobó la importancia de un desbridamiento adecuado y de extraer durante la intervención, todas las esquirlas, los fragmentos metálicos y cuerpos extraños.

 

Se pudo combatir las infecciones con sulfonamida y penicilina.

Guerra de Corea.

 

Las lesiones traumáticas fueron similares a las observadas en la Segunda Guerra Mundial.

 

Se emplearon unidades neuroquirúrgicas móviles, que se loca­lizaron cerca de las acciones combativas y se ofreció tratamiento especializado temprano (antes de las 8 horas).

 

Se comprobó la ventaja de usar el helicóptero como medio de evacuación de los heridos desde áreas cercanas al campo de batalla, y la buena tolerancia a esta forma de transportación.

 

Se utilizó el barco hospital como base de evacuación de los heridos una vez realizado el tratamiento quirúrgico primario.

 

Guerra de Vietnam.

 

Se ratificó el valor del helicóptero como medio de evacuación.

 

Se demostró la importancia de crear un centro de control del flujo de heridos hacia los diferentes centros neuroquirúrgicos.

 

Se comprobó el valor que tiene la reanimación respiratoria y circulatoria del herido, antes de proceder al tratamiento quirúr­gico y disponer de reserva masiva de sangre.

 

Los neurocirujanos contaron con mayor suministro y reemplazamiento de medios y equipos, así como con una mayor variedad de antibióticos para combatir las complicaciones infecciosas.

 

Se normó la realización del control radiológico postoperatorio y el redesbridamiento precoz frente a un diagnóstico de es­quirlas o fragmentos metálicos retenidos dentro de la cavidad craneal.

 

Otras guerras.

 

Acciones de contrainsurgencia de los ejércitos norteamericano, británico y sudafricano en Malasia, Chipre, Borneo, Adén, las Malvinas, Panamá, Granada, Medio oriente, Mozambique, Namibia y Angola: entre los heridos en la cabeza, el tórax y el abdomen, por proyectiles de fusiles y ametralladoras, hubo una elevada mor­talidad.

 

-Guerra entre Israel y los países árabes (Palestina), guerra del golfo, invasión a Irak:

 

Se han usado masivamente la artillería, el apoyo aéreo, los misiles antitanques, los carros blindados y las bombas de fragmentación antipersonal que contienen balines.

 

Aumentaron las heridas craneocerebrales (múltiples y penetrantes), y las heridas combinadas (vascular, visceral, ósea) oca­sionadas por un proyectil único.

 

Se comprobó en los lesionados la falta de correlación entre una herida con un orificio de entrada pequeño y el grado y extensión de la laceración de los tejidos.

 

La combinación de daño por onda expansiva, quemaduras y lesiones por inhalación dio origen al síndrome clínico nominado: "síndrome del misil antitanque".

 

Hubo y existe actualmente una elevada mortalidad y morbilidad en relación con la naturaleza y la gravedad de la lesión inicial, y con la prontitud y la eficiencia de la atención médica.

 

Heridas encefalocraneanas en las guerras.

 

Frecuencia de las heridas encefalocraneanas en las guerras.

 

En la Segunda Guerra Mundial el porcentaje de todas las bajas del campo de batalla que sufrieron heridas en la cabeza fue 14,5%, en la guerra de Corea 13,3% y en la guerra de Vietnam 30% en el per­sonal norteamericano y más de 30% en los vietnamitas. En la guerra entre Siria e Israel en 1973 fue de 11% y 16% respectiva­mente.

 

Si ocurriera una Tercera Guerra Mundial se considera que de cada 1.000 heridos, 140 (14%) tendrán heridas en la cabeza; de ellos, la mitad (70) morirá inmediatamente o poco tiempo después de ser lesio­nado. De los 70 heridos restantes, 80% tendrá perforación en la duramadre, 20% estará en coma, y fallecerá la mayoría en las primeras 6 horas si no recibe reanimación respiratoria; de ellos 50% presentará signos neurológicos focales.

 

Muchos morirán en un plazo no mayor de 4 horas, a no ser que se evacuen quirúrgicamente los hematomas intracraneales y el tejido cerebral necrótico. De las bajas restantes, heridos con penetración en la duramadre, gran número morirá en un plazo no mayor de: 3 días por cerebritis, meningitis o ambas compli­caciones si no son correctamente tratadas.

 

La tabla 30 muestra el porcentaje de heridas en otras áreas corpo­rales asociadas con las heridas penetrantes del cráneo.

 

Agentes vulnerantes.

 

En las llamadas guerras convencionales, la mayoría de las heridas en la cabeza fueron causadas por fragmentos metálicos de bombas aéreas o antitanques, morteros, obuses, minas, granadas y otros (tabla 31).

  

 

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