Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Decima Parte.6
- Lesión de diferentes áreas del cerebro (cuerpo estriado, hipotálamo, etc.) y en los proyectiles que atraviesan la línea media, laceración de la pared del ventrículo y del plexo coroideo, con hemorragia intraventricular.
- Edema cerebral y hernias al nivel de la hendidura tentorial y del foramen magnum.
- Infarto cerebral en un área distante al trayecto del proyectil si éste lesiona una arteria importante.
- Hematomas intracraneales, de variable volumen, a veces localizados en el lado opuesto al hemisferio herido si hay cuerpos metálicos retenidos.
En una guerra convencional futura se puede esperar que el 56% de las bajas, muertos en acción por heridas de la cabeza, presentarán heridas penetrantes que comprometerán el sistema ventricular, los ganglios basales, uno o más lóbulos cerebrales o estas dos últimas localizaciones mencionadas.
En las heridas no fatales, las lesiones, anteriormente señaladas, se manifiestan años después en la tomografía axial computarizada (TAC) por: cambios en la densidad del cerebro en las zonas de desbridamiento, en el trayecto del proyectil, y en áreas distantes de la herida cerebral.
Otros hallazgos son: atrofia cortical focal, cicatriz fibroglial y aumento de los surcos corticales, de la fisura interhemisférica y de las cisternas subaracnoideas.
En los casos de heridas en que el proyectil no cruza la línea media puede haber en el hemisferio contralateral, no herido, disminución de la densidad cerebral y gliosis.
Particularidades de algunas heridas encefalocraneanas en tiempo de guerra.
Heridas tangenciales.
Las heridas tangenciales, 24,2% de 500 casos reportados por T. Abdul Wahid, son ocasionadas por proyectiles que golpean la cabeza en un ángulo agudo y depositan en el cerebro sólo una parte de su energía. En estas heridas se pueden encontrar lesiones en el cuero cabelludo, en el cráneo, en la duramadre y en el cerebro. Ellas se localizan con más frecuencia en las regiones frontal, occipital y en el vértex. Al nivel del cráneo puede existir un surco de la tabla externa con depresión de la tabla interna o una fractura conminuta deprimida. A veces ni en las radiografías ni en el acto quirúrgico se observan líneas de fractura. Al nivel del cerebro se puede producir una contusión cortical y una laceración cerebral, o ambas, ocasionadas por esquirlas que han roto la duramadre. Pueden acompañar a estos hallazgos una hemorragia subaracnoidea y un hematoma subdural o intracerebral.
Las heridas tangenciales ocasionan signos neurológicos focales, manifestación del sitio donde se produce el impacto, y cambios en el nivel de conciencia; desde la conservación del estado de vigilia hasta el coma. La hipertensión intracraneal no es común. Es conveniente explorar quirúrgicamente las heridas tangenciales en la cabeza. Lo contrario requiere una cuidadosa observación clínica del herido.
Heridas orbitocraneales.
En este tipo de heridas el agente vulnerante penetra dentro de la cavidad craneal a través de la órbita, con lo cual produce una lesión destructiva de uno o ambos globos oculares, o daño para la visión de variable gravedad. Cuando el ojo no es totalmente destruido, en él predominan la hemorragia del cuerpo vítreo, de la retina y el desprendimiento de esta última.
Según J. E. Webster, el neurocirujano debe plantearse los siguientes propósitos al tratar estas lesiones: preservar la visión, conservar la mayor cantidad de tejido de partes blandas que facilite el posterior trabajo de reconstrucción quirúrgica, prevenir la contractura durante la cicatrización y lograr que ésta se realice primariamente después del desbridamiento.
El tratamiento quirúrgico de estas heridas puede ser diferido; bien en interés de que se realice adecuadamente la operación o de prestar atención a otros heridos más graves.
El desbridamiento se hace a través del orificio de entrada de la herida. Después de enuclear el ojo se procede con las lesiones extracraneales e intracraneales. A los senos paranasales se les debe prestar una atención particular y extraer todo el tejido desvitalizado. La duramadre debe ser cerrada con un injerto de fascia del músculo temporal o de fascia lata y/o usar músculo para ocluir el defecto osteomeníngeo.
En casos de heridas penetrantes por pequeños fragmentos de metralla, es posible usar una craneotomía osteoplástica para desbridar las lesiones del techo orbitario y de la base del lóbulo frontal. En los 40 casos informados por Webster hubo 12,5% de mortalidad.
Heridas que cruzan la línea media.
En casi 14% de las heridas encefalocraneanas, el proyectil o los fragmentos de metralla cruzan la línea media. Meirowski y colegas, informaron 142 casos (13,8%) en 1030 heridos en Vietnam.
El largo trayecto de recorrido del agente vulnerante, su cruce frecuente por el sistema ventricular causando laceración del plexo coroideo y de los vasos subependimarios, y la casi constante pérdida de la conciencia, constituyen particularidades de estas heridas.
Los fragmentos metálicos retenidos pueden obstruir la libre circulación del líquido cefalorraquídeo, y dan origen a una hidrocefalia, o pueden quedar reposando dentro de una cavidad poroencefálica.
Son complicaciones muy frecuentes de estas lesiones, la presencia de un hematoma intracraneal, la infección y la epilepsia postoperatoria.
La mortalidad en la serie anteriormente señalada (6,3%) no fue diferente a la mortalidad de las heridas donde el proyectil no cruzó la línea media (6,8%).
Heridas ventriculares.
Una de las complicaciones más serias de las heridas penetrantes en el cerebro es la abertura del ventrículo o el hecho de que éste sea atravesado por algún proyectil o fragmento óseo. (H. Cushing, 1918).
En la mayoría de los casos de heridas ventriculares, el herido está en coma profundo con respiración rápida y estertórea, taquicardia y crisis de rigidez de descerebración o estado de flacidez, ya que la herida afecta también a los ganglios basales y del tallo cerebral. Excepcionalmente, el enfermo puede ofrecer una buena apariencia.